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Tinacales y Magueyes en las faldas de Matlalcueye.

  • Gilberto Garcia.
  • 9 dic 2016
  • 3 Min. de lectura

El señor Álvaro Castillo Muñoz (1930–2013) trabajó de mayordomo en el tinacal de la Hacienda de San Juan Bautista Mier, ubicada en el Municipio de Zitlaltepec de Trinidad Sánchez Santos (Estado de Tlaxcala). Para finales de la década de los 50´S, uno de sus tíos lo invita a integrarse con él a la producción pulquera de la hacienda.

Primeramente aprende hacer el pulque a partir de la aguamiel, conocimiento adquirido por parte de dicho tío sin embargo este no le mostro como hacer la “semilla” ese secreto lo resguardo muy bien, e incluso se lo llevo a la tumba. Así pues, una vez que aprendió el noble oficio de la preparación, se puso al mando total del tinacal, como mayordomo.

Una de las varias actividades, como responsable de la citada actividad en el tinacal, consistía en pesar el aguamiel, (un litro de aguamiel era lo mismo que un kilo) y anotar el tanto de litros que entregaban los tlachiqueros de su tanda, para que al final de la semana se les pagaran el total de lo ingresado; por cada litro de aguamiel se les pagaban 3 centavos; cada empleado entregaba por semana un promedio de 4,000 litros de materia prima, recibiendo semanalmente de paga entre $ 100.00 y $ 150.00 pesos, en donde en promedio el maguey producía 10 litros en la mañana y por la tarde 7; ingeniosamente con una mano sostenían el acocote y con la otra raspaban el metzal (gabazo) y así sucesivamente vaciarla en las castañas que estaban cargadas en el lomo de su burro, que muy fiel a su dueño lo acompañaba a su lado en todo el raspado de los magueyes, y de ahí partir al tinacal para vaciar la carga, así era la rutina todos los días de la semana los 365 días del año ya que si una vez no se raspaba el aguamiel se agria.

La calidad de dichos magueyes era tan buena además de ser plantas muy grandes que podían ser raspadas diariamente durante 5 o 6 meses. Gracias al trabajo y administración de don Álvaro las ganancias del tinacal incrementaron por lo que el hacendado de apellido Rubín, que era español, lo trataba muy bien y con frecuencia le daba presentes, tal es el caso de una silla que pertenecía a él.

El señor Castillo tenía un muy bueno salario debido a que tenía ingresos por parte del cargo de mayordomo, por ser también guardatandas, además de raspar magueyes que en contraste con sus compañeros el raspaba 116, igualmente vendía pulque al menudeo a los arrieros de pueblos cercanos a la hacienda, que comercializaban el elixir de los dioses a las faldas del Matlacueye.

Cerca de San Juan Bautista pasaba una vía de tren por lo que enlazaron la vía a la hacienda para así poder meter un furgón, el cual era cargado de pulque o semilla respectivamente, tiempo después con la repartición de tierras (1938) la vía se alzó y se sustituyó con una carretera, que conducía al tinacal. Un camión llegaba al tinacal de la hacienda cada tercer día, donde era cargados los barriles de pulque que eran llevados a la ciudad de México y a la capital Poblana, para venderse en pulquerías, un barril de pulque se vendía en 25 pesos el cual contenía 100 litros lo que permite deducir que el precio era de 25 centavos el litro.

Después de 4 años de trabajo en la hacienda, la esposa de don Álvaro enfermó, por lo que ambos acordaron abandonar el tinacal y regresarse a su natal Lagunilla en el municipio de Tlaxco. Lamentablemente un par de meses después, don Álvaro queda viudo.


 
 
 

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